lunes, 8 de febrero de 2016

NOVENA A LA VIRGEN DE LOURDES 2016. 5ª HOMILIA



Esta celebración litúrgica es un tiempo de oración y reflexión para una comprensión mejor de la delicada misión junto a los hermanos enfermos, que son los miembros sufrientes de Cristo crucificado.
Estamos recordando en estos días las apariciones de la Virgen a la Santa Bernadette, y se nos recuerda en ellas, que ella se convirtió: en confidente, colaboradora, y en el instrumento maternal de la Virgen para extender la obra de salvación misericordiosa de su hijo.
1.                 La Santísima Virgen le dijo a la pequeña vidente en los muchos mensajes confiados a ella: "No te prometo hacerte feliz en este mundo”.  Y, de hecho,  toda la vida de la santa estuvo profundamente marcada por el dolor y el sufrimiento. La Cruz de Cristo es la fuente de su inspiración continúa durante su vida religiosa en la Congregación de las Hermanas de la Caridad y la educación cristiana de Nevers. Era el secreto de su éxito en el camino de la perfección cristiana. Ella exclama, en sus notas espirituales: "Cruz de mi Salvador, santa Cruz, adorable Cruz, sólo en ti pongo mi fuerza, mi esperanza y mi alegría. Tu eres el árbol de la vida, la misteriosa escalera que une la tierra al cielo y el altar en el que quiero sacrificarme al morir por Jesús " (St. Bernadette Soubirous, notas íntimas, Pág. 20).
3. Así que ella también podía decir con el apóstol Pablo: "Pues, así como abundan en los nosotros los sufrimientos de Cristo, igualmente abunda también por Cristo su Gracia, " (2 Corintios 1: 5). Jesús en la Eucaristía era para Bernadette su alivio, su descanso y su abandono: "Jesús me da su corazón: Yo, por lo tanto, de corazón a corazón con Jesús, amiga de Jesús que es otro Jesús" (St. Bernadette Soubirous, notas íntimas, p. 14). Esta es la alegría prometida a los santos y las almas fieles. Es la alegría proclamada por la Virgen María en el Magníficat (Lc 1, 47) y que es el eje de nuestra novena de estos días. El cristianismo se entreteje con el dolor y la alegría, la pasión y la resurrección.
2.    A los enfermos, "En la medida en que compartís los padecimientos de Cristo, alegraos también en la revelación de su gloria "(1 Pedro 4: 13). Quién venera a la Santísima Virgen en el misterio de sus apariciones en Lourdes, tiene un magnífico ejemplo de esto. Ella está de pie junto a la cruz, asociada al sacrificio de su Hijo, ella es la madre de los dolores; sin embargo también está abierto su corazón a la alegría de la resurrección; se supone, abierta en cuerpo y alma a la gloria celestial. La primera de los redimidos, la Inmaculada Concepción ella, es el tipo perfecto de la Iglesia.
María, nos llama a la valentía y la confianza, y nos recuerda que a la luz se llega por el camino obligado del sufrimiento "per crucem ad lucem". Tu vida no es diferente de la de la Virgen María y de Santa Bernardita. La enfermedad es una fatalidad innecesaria; no es algo que oprima sin dejar nada positivo. Por el contrario, si estamos en comunión con Cristo, la enfermedad se convierte en una fuente de esperanza, salvación y resurrección para ti y para toda la humanidad.
El cristiano es un testigo de la luz de Dios.
El misterio de Dios es luz” – “Y éste es uno de los rasgos del cristiano, que ha recibido la luz en el Bautismo y debe darla. Es decir, el cristiano es un testigo. Es una de las peculiaridades de las actitudes cristianas. Un cristiano que lleva esta luz, debe hacerla ver porque él es un testigo. Cuando un cristiano prefiere no hacer ver la luz de Dios, sino que prefiere sus propias tinieblas, éstas le entran en su corazón porque tiene miedo de la luz y los ídolos, que son tinieblas, le gustan más. Entonces le falta, le falta algo y no es un verdadero cristiano. Un cristiano es un testigo. De Jesucristo, Luz de Dios. Y debe poner esta luz sobre el candelabro de su vida”. (Papa Francisco 28/1/2016).
5.         Por ultimo El Papa en el año 1985 crea la Pontificia Comisión para la Pastoral de la salud, que tiene la tarea de coordinar todas las instituciones católicas que participan en el cuidado de los enfermos. Esta nueva institución quiere ser la expresión viva de la preocupación de la Iglesia por los que sufren.

El mundo cristiano siempre ha mostrado un gran sensibilidad hacia los enfermos, en los que Cristo ha elegido identificarse (cf. Mt 25, 36). Esta sensibilidad debe estar para estar presente de una forma más orgánica y cualificada. Se debe estimular y promover el trabajo de formación y estudio de las instituciones católicas y de los que trabajan en la salud. Tenemos que difundir y acoger las enseñanzas de la Iglesia que nos transmite la pastoral de la salud.  Por último, estos deseos y esperanzas que ahora vamos a dejar en el altar, son para el Señor una ofrenda agradable. Se lo vamos a pedir con confianza. Amén.

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