Bendita
tu entre las mujeres! (Lc 1,
39-45)
1. Este saludo mariano que se repite por los siglos me
parece que es apropiado para esta tarde de la novena a la Virgen de Lourdes. En
este día recordamos a Bernadette a la que le fue confiado un mensaje especial
de misericordia y de gracia. Hoy en día nadie puede poner en duda el valor y la
actualidad de las palabras dirigidas a ella por la Virgen María.
Ella se sirvió de Bernadette para llamar
a los pecadores a la conversión, solicitando para ellos la salvación. Por eso
ella suscitó un movimiento de oración y caridad (sobre todo de servicio a los
enfermos y a los pobres).
2.
Es lo que vamos a
hacer esta tarde. Hemos sido convocados para celebrar la eucaristía que es
sacramento de piedad y vínculo de unión en la caridad. El mensaje de Lourdes nos
recuerda siempre el papel de su Hijo en la economía de la salvación, Jesucristo
es el protagonista y artífice de la obra de restauración de la humanidad.
El servicio que se realiza con los enfermos en
Lourdes, gracias a las hospitalidades es posible y se realiza desde esta
perspectiva eucarística. Gracias al trabajo constante, asiduo, desinteresado y
generoso de los Hospitalarios es posible realizar esta tarea. María es la que
nos da las fuerzas y la espiritualidad para poderlo realizar.
3.
Bendita tu entre las mujeres! Esa
salutación entre las primas son unas palabras inspiradas por el ES. Estas
palabras fueron seguidas por otras no menos importantes: “y bendito el fruto de tu vientre…”
estas palabras nos recuerdan el amor apasionado que produce en nosotros si
tenemos al Señor entre nosotros. Hay una frase latina que nos recuerda algo
importante en nuestra espiritualidad mariana: “ad iesum per Mariam”. Es decir, cada vez que nos acercamos a
María nos acercamos más a Jesús. Es toda una confesión de fe.
La visita de María a su prima no es una asistencia
meramente humana. María llevó a su prima una presencia espiritualmente muy
fecunda, le llevo la gracia, la alegría y la luz que se asocian desde su ser
madre del precursor. Tal fue la explosión de alegría que el hijo que llevaba Isabel
en su vientre saltó de alegría como lo harán luego los pastores el día del
nacimiento de Jesús. Isabel entrevió en que su joven pariente llevaba al mismo
Señor como el Salvador. Son estos dones los que nos acercan a Jesús; por eso
cada vez que los acogemos, hacemos esa profesión de fe como lo hizo Isabel. “Lucas nos da la increíble buena noticia de que Dios es
realidad humana y, a la vez, nos propone con vistas a su aceptación el modelo
creyente de María. Se ha dicho muchas veces: creer es hacer posible lo
imposible. Hoy, una vez más, hay que seguir diciéndolo: Creer contra toda
desesperanza, cuando la evidencia invite a no creer en nada”.
4. El evangelio del encuentro entre las dos mujeres
nos da también la respuesta de María. Ella responde magníficamente con un himno
que se ha repetido por los siglos, es el “Magníficat”. Es un canto de alabanza
a la misericordia de Dios, que repiten cotidianamente nuestros labios en el
oficio de las horas, y simultáneamente una manifestación de la humildad de
Nuestra Señora. Sin que yo hiciese nada -viene a decir-, el Señor ha querido
que se cumpliera en mí lo que había anunciado a nuestros padres, en favor de
Abraham y de su linaje, para siempre.
Ella nos enseña desde la humildad que solo Dios es
grande y debe ser glorificado por nosotros. Todo nuestro espíritu debería alegrarse
en él y solo en él. Él se inclina en la cruz (desde la misericordia)
para levantarnos con su poder. El Magníficat va ligado a todas las situaciones
de la vida. Nos da lo que necesitamos, el consuelo, el confort en el dolor y el
sufrimiento del cuerpo y del espíritu. Que María sea fuente de consolación para
los hospitalarios y enfermos y que nos ampare en medio de las dificultades. “Lucas gusta de convertir a los marginados en protagonistas
de la aventura creyente. María, una marginada, es el modelo de creyente que
Lucas nos propone imitar. Gracias a una marginada el Señor es realidad humana.
¡Gracias, María por haber creído!”
En el Magníficat,
cántico tejido por la Virgen -bajo la inspiración del Espíritu Santo- con
expresiones tomadas del Antiguo Testamento, se retrata el alma de María.
Los que sufrís de modo especial podéis experimentar y
comunicar una fuerza a los que os llevamos por medio de esa oración especial,
que solo vosotros podéis hacer y ofrecer. Durante estos días seguiremos
ofreciendo y dando gracias a Dios por todos los dones que nos ofrece el Señor a
través de nuestra madre la Virgen de Lourdes.
RECITAMOS TODOS JUNTOS EL MAGNIFICAT
“Proclama mi
alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque
ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora
me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras
grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de
generación en generación.
El hace
proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a
los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a
Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a
nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al
Padre ....”.
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