Celebra
la Iglesia en
este día la fiesta de dos hombres, que son tenidos como columnas en la
organización primitiva de la
Iglesia : San Pedro, de temperamento
entusiasta, a quien Jesús tuvo que ir formando y haciéndole fuerte en la fe
para ser la “roca” firme de la
Iglesia , y San Pablo, hombre firme en sus
convicciones, a quien, por estar equivocado, Jesús se le presentó para darle
luz en la mente, de modo que luego fue el evangelizador más importante en la
primitiva cristiandad.
San
Pedro y san Pablo, siendo de caracteres diferentes, se unen en el mismo ideal,
que era buscar identificar su vida con el querer de Jesús y procurar cumplir en
todo la voluntad de Dios. Los dos tuvieron sus fallos, pero impulsados por la
gracia, fueron llevando su vida tras las huellas de Jesús. Como frases suyas,
que nos ayuden en este día a querer seguir más a Jesús, podemos recordar de san
Pedro, cuando varios discípulos querían marcharse sin comprender el anuncio de
Jesús sobre la Eucaristía :
“¿A quién iremos? Tu tienes palabras de vida eterna”. Y san Pablo, cuando había experimentado la
vida de Cristo en su propia vida, decía: “Para
mí vivir es Cristo”. Pues el ideal
de nuestra vida debe ser: “tener los
mismos sentimientos de Cristo Jesús”.
El
evangelio de este día nos trae el momento clave para la vida de san Pedro, en
que Jesús le promete el Primado en la Iglesia. Estaban
en Cesárea de Filipo. Era un lugar donde estaba un poco más presente por aquella
región el culto a las divinidades paganas o romanas. Por aquel lugar había una
“roca” con su gruta, dedicada a dioses paganos, que para los israelitas era
como la entrada al reino de Satanás. También se acercaba la hora de ir hacia
Jerusalén para sufrir la
Pasión. Jesús debía ir organizando, al menos en lo esencial,
el porvenir de la evangelización. Quería hacerles una especie de examen sobre
lo que pensaban de El. Primero les pregunta qué opina la gente. Claro, había
algunos que opinaban cosas muy malas; pero los apóstoles le dicen las cosas
buenas: Unos le tienen por Juan Bautista, a quien todos le tenían por profeta.
Otros dicen ser Elías o Jeremías, pues eran profetas de los que se decía debían
resucitar en los tiempos nuevos. En realidad se quedan en que Jesús es un
hombre, aunque muy cercano a Dios, como eran los profetas. De ahí les cuesta
pasar.
Jesús
les pregunta a ellos en concreto. San Pedro contesta. No es que esté haciendo
afirmaciones teológicas, como los estudiosos. Lo que sí está seguro es que
Jesús es algo más. Por eso responde: “Tu
eres el Mesías”. Otros evangelistas sólo dan esta respuesta. San Mateo nos
dice que añadió: “El Hijo de Dios vivo”.
Algunos dicen que fue la expresión del conocimiento de san Pedro después de
Pentecostés y de la primitiva cristiandad. El hecho es que Jesús aprovechó esa
respuesta inspirada por Dios para prometerle que sería la “roca” firme de la fe
en la Iglesia.
Y
para ello usa el lenguaje propio de aquella cultura, en que hablan por medio de
símbolos en los momentos grandiosos. Le dice que será la “piedra” fundamental donde se apoyará la Iglesia. En otro
momento le dirá que debía confirmar en la fe a sus hermanos. En aquella cultura
llamar a uno “roca” era un gran
elogio, de modo que en los salmos se llama, como un elogio a Dios: “nuestra
roca”. También le da las “llaves” del Reino. Es símbolo de poder y autoridad. Y
le da también el poder de “atar y desatar”. En la Iglesia habrá males como
cobardías, debilidades, pero no podrán destruir la fe, pues Cristo está
presente. Y está en el papa, sucesor de Pedro, que debe interpretar la voluntad
de Jesús y adaptarla a las nuevas necesidades y situaciones.
También
hoy Jesús nos pregunta quién es o qué representa para nuestra vida. Para muchos
es un hombre, quizá muy grande; pero ahí se quedan. Nuestra respuesta debe
salir de una vivencia personal, al contacto con la fe. Por lo tanto debemos
vivir según esa realidad de ser discípulos y amigos de Jesús que sigue viviendo
entre nosotros, no sólo en la
Eucaristía , sino también en la persona del Papa.
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