sábado, 22 de agosto de 2015

Sobre la palabra de Dios del Domingo 21 TO-B (2015)


1.- Una elección fundamental. Josué reúne en Siquén las doce tribus del pueblo en asamblea general. Se trata de un asunto de capital importancia: asentado ya en tierras de Canaán, este pueblo ha de decidir ahora si quiere servir a Yahvé o prefiere someterse a los dioses falsos del territorio en el que ha de vivir en adelante. Su identidad como pueblo y su libertad futura depende ahora de que sigan fieles a Yahvé y no se sometan a los dioses de los amorreos. El pueblo responde ratificando la alianza del Sinaí: Yahvé, el que lo sacó de la esclavitud de Egipto, será su Dios. Elegir a Yahvé es también elegir un modo de existencia desarraigada, orientada hacia el futuro, en el que se cumplirán las promesas. Elegir a Yahvé es elegir al Dios vivo, al Dios que libera siempre de un mal pasado, a condición de vivir abiertos a los sorprendente gracia de un futuro mejor. Yahvé, el Dios siempre mayor, es el futuro y la verdadera Tierra Prometida hacia la que siempre se está en camino.

2.- Obligaciones mutuas en el matrimonio. Pablo vuelve su mirada a la familia, la comunidad doméstica, la más pequeña comunidad de vida social, delimitando para cada miembro de la misma cuál es su puesto y cuáles sus correspondientes obligaciones. Estas deben estar cimentadas en el amor. No hay que ver en las palabras de Pablo connotaciones machistas, pues en lo que respecta a las obligaciones mutuas de la mujer y del hombre la parte más débil se pone siempre delante. No puede hablar el apóstol sin referirse a la esencia misma del matrimonio. Da por supuesto que el matrimonio fue instituido por Dios, y sus correspondientes obligaciones que de él se desprenden son expresiones de su voluntad. Pablo va aquí a lo profundo, estableciendo la unión entre cónyuges en paralelo a la unión de Cristo con su iglesia, su esposa mística.

3.- “¿A quién vamos a acudir?” Estamos ante el final del discurso sobre el pan de vida. Las palabras de Jesús de que es necesario comer su carne y beber su sangre decepcionan y escandalizan a la mayoría de los oyentes. "Muchos discípulos de Jesús al oírlo, dijeron: Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?". Las palabras de Jesús plantean a los oyentes una grave exigencia. La fe es una decisión personal que incluye la aceptación de Jesús por parte del hombre. Jesús no priva a los oyentes de su decisión personal. "¿Esto os hace vacilar?" Pedro toma la palabra y manifiesta su confianza absoluta en Jesús: “¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna”. Esta respuesta constituye la versión del evangelio de Juan de la confesión de Pedro en los sinópticos. En los cuatro evangelios aparece Pedro como portavoz de la fe de la primera generación cristiana. La respuesta del apóstol recupera la expresión del mismo Jesús: "Las palabras que os he dicho son espíritu y vida", esto es, constituyen la única orientación que puede dar sentido pleno a una vida. Los discípulos aceptan la propuesta de Jesús, a pesar de las dificultades ambientales y a pesar de la paradoja del mismo mensaje. Su respuesta constituye una opción de fe en favor de Jesús: "Nosotros creemos y sabemos". Conocer a Jesús, reflexionar su mensaje, asimilar sus actitudes, conduce a una mayor madurez en nuestra fe.

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