jueves, 30 de julio de 2015

3ª HOMILÍA DE LA NOVENA: "SANTA MARÍA MADRE DEL SEÑOR"


Debajo del nombre de tu patrona existe una mujer de carne y hueso que, glorificada en el cielo, es Madre de Dios y de todos los hombres”.
La Iglesia Católica comienza el año pidiendo la protección de la Santísima Virgen María. La fiesta mariana más antigua que se conoce en Occidente es la de "María Madre de Dios". Ya, en las Catacumbas o antiquísimos subterráneos que están cavados debajo de la ciudad de Roma y donde se reunían los primeros cristianos para celebrar la Misa, en tiempos de las persecuciones, hay pinturas con este nombre: "María, Madre de Dios".
Si nosotros hubiéramos podido formar a nuestra madre, ¿qué cualidades no le habríamos dado? Pues Cristo, que es Dios, sí formó a su propia madre. Y ya podemos imaginar que la dotó de las mejores cualidades que una criatura humana puede tener.  En esta fiesta se conmemora la fe y la humildad con que Santa María lo recibió en su corazón y lo llevó dentro de sus entrañas. San Bernardo dirá: << si bien agrado a Dios por su virginidad, concibió por su humildad>>.
Pero, ¿es que Dios ha tenido principio? No. Dios nunca tuvo principio, y la Virgen no formó a Dios. Pero Ella es la Madre de uno que es Dios, y por eso es Madre de Dios. Y qué hermoso repetir lo que decía San Estanislao: "La Madre de Dios es también madre mía". Quien nos dio a su Madre santísima como madre nuestra, en la cruz al decir al discípulo que nos representaba a nosotros: "He ahí a tu madre", ¿sería capaz de negarnos algún favor si se lo pedimos en nombre de la Madre Santísima?
 Al saber que nuestra Madre Celestial es también Madre de Dios, sentimos brotar en nuestro corazón una gran confianza hacia Ella. Cuando en el año 431 el hereje Nestorio se atrevió a decir que María no era Madre de Dios, se reunieron los 200 obispos del mundo en Éfeso (la ciudad donde la Santísima Virgen pasó sus últimos años) e iluminados por el Espíritu Santo declararon: "La Virgen María sí es Madre de Dios porque su Hijo, Cristo, es Dios". Y acompañados por todo el gentío de la ciudad que los rodeaba portando antorchas encendidas, hicieron una gran procesión cantando: "Santa María, Teothokos, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén". Y desde entonces así la proclamamos, señalando la unión tan profunda con su Hijo “en las penas y alegrías”, y también en la redención y en las gracias que Dios nos va dando. Es también nuestra madre espiritual y madre de la Iglesia. En este día nos alegramos por las maravillas que Dios ha podemos pedir su ayuda para superarlos; pero sobre todo hagamos lo que gustaría a nuestra madre del cielo.
El título "Madre de Dios" es el principal y el más importante de la Virgen María, y de él dependen todos los demás títulos y cualidades y privilegios que Ella tiene. Los santos muy antiguos dicen que en Oriente y Occidente, el nombre más generalizado con el que los cristianos llamaban a la Virgen era el de "María, Madre de Dios".
En el tiempo, multitud de santos la han puesto como pieza fundamental de su espiritualidad. El mismo Francisco de Asís tiene oraciones para ella: «Santa Virgen María, no ha nacido en el mundo ninguna semejante a ti entre las mujeres, hija y esclava del altísimo y sumo Rey, el Padre celestial. Madre de nuestro santísimo Señor Jesucristo, esposa del Espíritu Santo: ruega por nosotros... ante tu santísimo amado Hijo, Señor y maestro».

«Francisco rodeaba de amor indecible a la Madre de Jesús, por haber hecho hermano nuestro al Señor de la majestad, por haberle hecho semejante en todo a nosotros menos en el pecado. Le tributaba peculiares alabanzas, le multiplicaba oraciones, le ofrecía afectos, tantos y tales como no puede expresar lengua humana» (2 Cel 198). «Francisco amaba con indecible afecto a la Madre del Señor Jesús, por ser ella la que ha convertido en hermano nuestro al Señor de la majestad y por haber nosotros alcanzado misericordia mediante ella. Después de Cristo, depositaba principalmente en la misma su confianza; por eso la constituyó abogada suya y de todos sus hermanos». Lo que celebramos hoy no es un hecho aislado que llena de alegría solo a la Madre sino que tiene que ver mucho con la comunidad que se va a formar en torno a su hijo, Jesús. En Francisco es un buen ejemplo de cómo nos podemos relacionar con nuestra madre. 

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