miércoles, 19 de abril de 2017

¿Porqué no uno de vosotros?

Hace unos años un artículo de la Revista Vida Nueva del 14/3/98, el año de mi ordenación sacerdotal nos hablaba de que el número de fallecimientos de los curas doblaban al número de los seminaristas que se ordenaban cada año. Ese año el lema de la jornada vocacional fue: "Hombres del Espíritu"Este año 2017 el lema presentado para las vocaciones ha sido: “Cerca de Dios y de los hermanos”, con el que se pretende señalar la necesidad que nuestra sociedad tiene de los sacerdotes como “guías del espíritu” y cercanos a los hombres.
La Comisión Episcopal de seminarios afirma que los sacerdotes están llamados a ayudar a las personas de una manera especial en la dimensión profunda de la vida y en la relación con Dios. La necesidad de estos guías del espíritu es palpable.
La falta de vocaciones y un aparente descenso del espíritu misionero de los sacerdotes está llevando a muchas diócesis a tener problemas para encontrar personas que sustituyan a los sacerdotes mayores que trabajan actualmente en las diócesis y en las misiones. Perder el espíritu diocesano y misionero significa perder el sentido de universalidad que ha caracterizado a la Iglesia.
Antes, las familias jugaban un papel fundamental y decisivo en la vocación del hijo, hoy ya no es así, sino que el factor terminante son las comunidades y los grupos eclesiales donde se insertan los jóvenes. Por otro lado, cada vez son más las vocaciones maduras  que llegan al seminario, después de haber acabado una carrera universitaria, cultivadas en un medio urbano y universitario. Este fenómeno coincide a su vez con el acceso al matrimonio cada vez más tardío. “Estamos ante una característica generacional”.
A nivel de nuestra diócesis el problema vocacional es URGENTE, aunque todavía haya curas.  Es obvio reconocer que la media de edad es muy alta y que de aquí a unos años el problema se va a agudizar. Nuestra diócesis definida por mí es como un enfermo en fase terminal al que le quedan unos pocos años de vida si no se encuentra un tratamiento para la sequia vocacional. El Seminario asumió la pastoral vocacional y el equipo de formadores trató de invitar a aquellos jóvenes que sentían una posible llamada al sacerdocio. Es fundamental la involucración por parte de los curas diocesanos en una búsqueda conjunta por fomentar las vocaciones desde la espiritualidad sacerdotal y diocesana. En el ámbito parroquial sería necesario incrementar este aspecto y hacer la invitación a los adolescentes y los jóvenes para que durante su proceso de formación cristiana vayan o participen de alguna manera en encuentros que les ayude a hacer un discernimiento vocacional. Dios siempre ha seguido llamando y aunque no es fácil dar el paso, menos aún sino animamos a que los hijos puedan hablar y discernir esa llamada a través del testimonio de otros que ya fueron llamados y respondieron.


¡TÚ PUEDES SER UNO DE ELLOS!

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