En
la Cuaresma
se nos van presentando temas concretos para perfeccionar nuestra manera de
vivir y poder imitar más la santidad de Jesucristo. Hoy nos habla el evangelio
sobre lo que pensaba Jesús sobre el mandamiento de la ley de Dios, que dice:
“No matarás”.
Estamos en el sermón de la montaña donde Jesús
va haciendo una contraposición con lo que pensaban los fariseos, o más bien los
maestros de la ley. Éstos basaban la perfección en el cumplimiento externo de la Ley , expuesta principalmente
en los 5 primeros libros de la Biblia. Ahora
Jesús comienza a explicar algunos mandamientos de la ley de Dios y comienza con
el “no matarás”.
Jesús
da un total giro hacia el interior de las personas. Proclama que lo más
importante es el amor. Claro que el amor se demuestra con el cumplimiento de
los mandamientos; pero hay muchas tonalidades en dicho cumplimiento.
Acababa
de decir Jesús que él no ha venido para abolir la ley, sino para darla
plenitud. Esto lo decía sobre todo, porque, como insistía tanto en el amor y en
el cumplimiento interior, a algunos les parecía que despreciaba las leyes
externas, que para los judíos eran sagradas. Jesús nos dice que no se trata de
despreciar las leyes antiguas, que sabemos cumplía, sino darlas vida, de modo
que no nos contentemos con el cumplimiento externo sino que pongamos el corazón
en ello.
Es
necesario por tanto mirar al espíritu de la ley. Por eso proclama Jesús que
quien quiera ser discípulo suyo debe ser mejor que los escribas y fariseos para
poder entrar en el Reino de los cielos, ya que ellos se fijan sólo en la parte
exterior de la ley. Jesús nos dice: “Si vuestra justicia no es mayor que la de
los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos”. Quiere decir
que, quedándose sólo con la parte externa del mandamiento, la justicia o
santidad es muy pequeña.
Comenzando
a reflexionar sobre algunos mandamientos, lo proclama primero según lo había
oído la gente, siempre en forma negativa, es decir, proponiendo lo que no hay
que hacer. A lo cual Jesús replica: “Pero yo os digo”. Se necesita mucha
autoridad para contradecir a los que se creían sabios y custodios de la Ley.
Comienza
con el mandamiento que dice:”no matarás”. Los que comentaban la palabra de Dios,
de forma externa y según suena, se quedaban en lo externo. Por lo tanto veían
que estaba prohibido el homicidio. Pero Jesús explica que hay muchas formas de
matar. Y especialmente matar con el corazón. Y lo que se produce en el corazón
suele salir por la boca. Por lo tanto hay insultos que son grandes pecados
porque son expresión de una muerte que uno ha decretado en su corazón.
De
ahí que es pecado todo enfado, cuando encierra un desprecio o una enemistad. De
tal manera que es más importante ponerse en amistad con esa persona que ofrecer
o asistir a un acto de culto a Dios. Esto porque un verdadero acto de culto a
Dios no es tal si se realiza envuelto en un odio al hermano. Jesús diría en
varias ocasiones, recordando a los profetas: “Prefiero la misericordia al
sacrificio”.
Así
que la explicación positiva del mandamiento es querer acercarnos a la misma
santidad de Dios. Hoy en la primera lectura, que es del profeta Ezequiel, dice que
Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta de su conducta y
viva. Pero Dios nos ha dado la libertad para que podamos cooperar con los
planes de Dios. Por eso, a pesar de la voluntad salvífica de Dios, le podemos
ser infieles y rechazar su gracia.
Los
mandamientos de Dios estaban redactados de forma negativa: se acentuaba lo que
no se debía hacer. Pero Jesús nos viene a enseñar el aspecto positivo: Todo
debe realizarse por medio del amor. Quienes se fijan en este aspecto positivo,
poniendo mucho amor en cada ley de Dios, no sólo cumplen el mandamiento de una
manera justa, sino que van ascendiendo en la unión con el Señor.
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