Estamos
en el primer domingo de Cuaresma. Esta palabra, Cuaresma, significa cuarenta
días, que en la
Sagrada Escritura aparece como un tiempo de conversión, de esfuerzo - en el espíritu, para prepararse a algo grande. Nosotros nos preparamos para vivir mejor
y más cristianamente la
Pascua. En los tiempos antiguos los adultos que recibían el
bautismo en la Vigilia
Pascual , se preparaban con instrucciones y actos de piedad.
Nosotros ahora también debemos prepararnos para que la renovación de las promesas
bautismales en la Pascua
sea de verdad una conversión, que es un cambio de corazón, para que
vivamos en una consciente resurrección con Cristo.
Jesús quiso prepararse para su
predicación con cuarenta días de oración y retiro en el desierto. Y el diablo,
que siente que Jesús está lleno del Espíritu Santo, se acerca con astucia y
mentiras para ver si cambia sus planes proponiéndole un falso mesianismo.
Es
el mismo ser nefasto que al principio de la humanidad tentó a Adán y Eva
haciéndoles caer en el mal, como nos lo dice la primera lectura del Génesis.
El
relato de estas tentaciones no pretende ser un reportaje periodístico, sino más
bien una composición simbólica, donde se nos da un mensaje teológico sobre las
dificultades en nuestro caminar hacia Dios y un resumen de muchas tentaciones
que Jesús tuvo durante su vida, al mismo tiempo que una enseñanza para los
discípulos de lo que les esperaba en su apostolado.
1ª
tentación:
“Di que estas piedras se conviertan en panes”. El diablo se aprovecha de las
necesidades y debilidades de la naturaleza humana. Le propone a Jesús servirse
de su mesianismo para su propia comodidad personal. Hay una tentación actual en
convertir el apostolado y todo en mera utilidad y provecho propio: se
busca el placer por encima del deber. Y Jesús vence con la palabra de
Dios. Parece decirnos que es preferible morirse de hambre antes que despreciar
el alimento que nos viene de Dios, expresado en su Palabra. Es un
homenaje a la Palabra
de Dios.
2ª
tentación:
“Tírate de aquí abajo”. Es la tentación de la vanidad y creer que se consigue más con lo espectacular
que con el servicio y el sincero amor. Uno cree que con los milagros y actos
espectaculares se atraerá a más personas; pero lo que salva es el amor y el
sacrificio, aunque el camino sea más lento y costoso. Es la tentación
que Jesús sufrió en la cruz, cuando le decían: “Baja de la cruz para que
creamos”.
3ª
tentación:
“Todo te daré si me adoras”. Es la tentación del poder. Es pensar que la gente
seguirá más a un mesías, que se muestre como rey poderoso, que a uno entregado
a la muerte. Es la tentación de un mesianismo triunfalista, humano y terreno.
El diablo quiere que Jesús busque el poder humano y se olvide de las almas.
Muchas veces se ha creído que el poder y el dinero son los mejores caminos apostólicos,
pero Dios quiere el camino del amor. Jesús acepta el plan del Padre: el mesianismo
doliente, con los medios humildes y propios del Reino de Dios. En el apostolado
lo que vale es el trabajo oscuro, anónimo, abnegado, silencioso. Nunca les
prometió a los apóstoles éxitos fáciles, sino persecuciones, aunque luego les
llevarían a la gloria.
Jesús
nos enseña a vencer las tentaciones con la palabra de Dios. La Cuaresma es
tiempo más apto para que nos familiaricemos con la palabra de Dios, para
hacerla vida de nuestra vida. Si Jesús permanece tanto tiempo en el desierto es
porque ya estaría acostumbrado en los montes cercanos a Nazaret. La Pascua no la
podremos vivir en el espíritu si no nos vamos preparando con mayor oración y
con la palabra de Dios.
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