sábado, 19 de diciembre de 2015

4ª semana de Adviento. Domingo C-2015: Lc 1, 39-45



En la última oración de la misa de este día pedimos que tengamos el deseo de celebrar dignamente el nacimiento de Jesús. Y para poder celebrarlo dignamente en este último domingo antes de Navidad nos fijamos todos los años en la  Virgen María. Ella fue la que mejor se preparó para el nacimiento de Jesús y la que nos puede ayudar, para que Jesús nazca en nuestro corazón.
Estamos en el ciclo C, en el que consideramos la Visitación de María a su prima Isabel. En este último domingo antes de la Navidad, debemos hacer lo posible para imitar las grandes virtudes que María nos enseña en esta visita. No es que María vaya a “visitar” a su prima, sino que va a ayudarla. María se ha enterado por el ángel que su prima Isabel, va a tener un niño y que está en el sexto mes, y María “marcha” para atenderla. Quizá nos tenemos que dar prisa para preparar nuestro corazón, si antes no lo hemos hecho. Hay personas que se apresuran a preparar la navidad en el sentido de preparar muchas luces y adornos y regalos; pero quizá no han pensado en un lugar en su casa para poner una imagen del Niño Jesús y sobre todo, lo que es más importante, un sitio en su corazón.
Hoy María, al llevar a Jesús en su seno, es portadora de alegría. Así lo expresa Isabel cuando María entra en su casa. Así lo hace notar el niño Juan que está en las entrañas de Isabel. Estos días de Navidad son días más propicios para manifestar la caridad, haciendo el bien a muchos necesitados. Por eso a través de Caritas queremos llevar un poco de solidaridad a los que no tienen lo necesario para llevar una vida digna.
Entregar nuestra persona a Dios significa mostrar nuestro amor a Dios. Pero para que sea verdadero, debe estar unido con el amor al necesitado. Si Jesús vive en nuestra alma, debemos ser portadores de la salvación, que es ser portadores de fe, de amor y de alegría para otros.
A la Virgen María la llamamos “Arca de la nueva alianza”. María llevaba en sí, no sólo unos signos de alianza, sino al mismo Dios. Aquellos tres meses, que estuvo en casa de Zacarías e Isabel, tuvieron que ser un chorro de bendiciones celestiales para aquella familia.
Quizá María es consciente de que aquel Hijo no la pertenece del todo, sino que es un don de Dios destinado para el bien de todos. Por eso el misterio de la Visitación es la realidad del compartir. Nosotros sabemos que recibimos a Jesucristo en la comunión. El nace de verdad en cada Eucaristía. Le adorAmos de verdad; sin embargo sintámonos con la misión de expresar esa alegría porque Cristo vive con nosotros y nos da la salvación. No podemos dejar de expresarla hacia otros.
Como dice el sacerdote al acabar la misa: <<Ite, missa est>>, pone en relación lo celebrado hoy con la misión de la Iglesia en el mundo. Misión que nace de lo celebrado y que nos lleva a recordar el apostolado que tiene que realizar todo cristiano llevando a los familiares y a las personas con las que se encuentra por el camino la buena nueva de Jesús hacia los más pobres y desfavorecidos.
En estos días quizá damos regalos y nos olvidamos de dar algún regalo al Niño Jesús que nace. El mejor regalo es nuestro corazón, es toda nuestra persona.


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