“¡Despertad, despertad!” Era el grito de un
pregonero que, ante la llegada de un sol luminoso después de meses de
inundaciones, se convertía en hito histórico para un pueblo. Y las gentes de
esa aldea temerosas del agua que se llevaba todo por delante, se asomaban con
temor y con temblor a lo que –de repente- era luz y esperanza: ¡EL SOL LES
SALUDABA! ¡PODÍAN COMENZAR A VIVIR!
1.
¡DESPERTEMOS. A veces damos la impresión de estar demasiado dormidos. De que,
como cristianos, el testimonio lo dejamos para los demás y, la resurrección, es
cosa que han de anunciar otros. ¿No has recibido a Cristo? ¿No eres cristiano?
¿A qué esperas?
-Somos
hijos de la Pascua y no del Viernes Santo. La cruz nos recuerda el amor
gigantesco ofrecido por un Dios que, ya en Belén, quiso hacerse pequeño. ¿Y el
Domingo de Pascua? ¡Ay el Domingo de Pascua! Nos trae un mensaje tan lleno de
futuro y de esperanza como en la noche en que, los ángeles, nos anunciaron que
Dios se hacía humanidad: ¡HA RESUCITADO A CRISTO!
-Atemorizados y preocupados
por tantas inundaciones ideológicas o partidistas, se agradece que el Señor
resucite para resucitarnos. No está muerto aunque, a veces nosotros por
nuestras actitudes, demos la impresión de un Jesús maniatado, triste y recogido
en el lugar de los muertos. ¡Despertemos! Que la fe, es una buena inyección de
alegría, de encanto y de optimismo. El mismo Papa Francisco nos lo recordó no hace mucho tiempo: “Los
cristianos que creen han de estar alegres no a la fuerza sino por
convencimiento”.
-La
Pascua, el paso de Jesús por medio de nosotros, nos ha dejado muchas palabras,
gestos e interrogantes. Pero, ahora, es el momento de quedarnos asombrados ante
la victoria de un Dios que vence a la muerte.
¿Por
qué creéis que venimos a este lugar? Ni más ni menos porque, la vida del que
nos convoca, nos afecta del todo y nos asegura un futuro sin término.
¿Por
qué creéis que, cuando decimos un adiós a un ser querido, rezamos por él? ¿Por
un homenaje bien merecido? ¿Por qué una gran historia le acompaña? ¡En absoluto!
Lo hacemos porque, la pasión, muerte y resurrección de Cristo, ilumina ese
momento con una gran verdad: Dios que es grande y misericordioso perdona y,
además, resucita.
¿Por
qué creéis que merece la pena seguir a Cristo, dar la cara por Él y ser fiel a
pesar de nuestros pecados o debilidades? Ni más ni menos porque, en el
atardecer de nuestra vida, comprobaremos que somos más importantes –mucho más
importantes- que las obras que hemos realizado. Veremos cara a cara a Dios y
nuestros cuerpos, sin fecha de caducidad, estarán llamados a vida eterna. ¡Ojala este mensaje llegase a calar a los
que, cuidan el cuerpo del hoy, pero olvidan el cuerpo del mañana!
2.
¡DESPERTEMOS! Frente a los dioses que nos adormecen, diariamente se levanta
DIOS que, sin tanto ruido, pero con más amor, nos ofrece su salvación. Una
salvación que pasa por Jesús. Una salvación que es luz .Una salvación que,
desde el día de nuestro Bautismo, la colocamos sólo y exclusivamente en las
manos de Dios.
No
es de extrañar que, el mundo que nos rodea, se encuentre a los pies de los
caballos de muchas situaciones que producen insatisfacción, esclavitud,
inseguridad, estrés, agobio. La Pascua, en ese sentido, nos puede aportar un
poco de liberación, de calma en nuestros dolores, de salud en nuestras
enfermedades, de fuerza para llevar la cruz.
Pidamos
al Señor, en su gran día, no lo olvidemos. La humanidad, en sí misma, es
desagradecida. Los cristianos de los primeros tiempos daban gloria y alabanza
al Señor en el primer día de la semana. Sabían que, el domingo, era lo más
sagrado y lo más vital de su fe. ¡Cuántos diosecillos se nos han colgado en el
Día del Señor! ¡Cuántos bloqueos a la puerta de la resurrección!
No
permitamos que, el Día del Señor, sea dejado de lado y ocupado por otras cosas
que no sean las que alimenten nuestra familia, nuestra fe y nuestra adhesión a
Cristo muerto y resucitado.
¡Vivamos
este momento! ¡Cantemos, proclamemos la Redención de la humanidad por parte de
Cristo!
Amigos,
vayamos al encuentro de Cristo. No miremos en el sepulcro, está vacío. Salgamos
con fe a los caminos, a la mesa fraterna, al perdón y a la reconciliación, a la
fraternidad y al servicio… porque es ahí, donde a Jesús, lo encontraremos
resucitado, operante, dándonos fuerzas e ilusionándonos en el camino de nuestra
vida cristiana. ¿O no? ¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCION!
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