sábado, 26 de marzo de 2016

DOMINGO DE RESURRECCION (C)- javier leoz ventura

 “¡Despertad, despertad!” Era el grito de un pregonero que, ante la llegada de un sol luminoso después de meses de inundaciones, se convertía en hito histórico para un pueblo. Y las gentes de esa aldea temerosas del agua que se llevaba todo por delante, se asomaban con temor y con temblor a lo que –de repente- era luz y esperanza: ¡EL SOL LES SALUDABA! ¡PODÍAN COMENZAR A VIVIR!
1. ¡DESPERTEMOS. A veces damos la impresión de estar demasiado dormidos. De que, como cristianos, el testimonio lo dejamos para los demás y, la resurrección, es cosa que han de anunciar otros. ¿No has recibido a Cristo? ¿No eres cristiano? ¿A qué esperas?
-Somos hijos de la Pascua y no del Viernes Santo. La cruz nos recuerda el amor gigantesco ofrecido por un Dios que, ya en Belén, quiso hacerse pequeño. ¿Y el Domingo de Pascua? ¡Ay el Domingo de Pascua! Nos trae un mensaje tan lleno de futuro y de esperanza como en la noche en que, los ángeles, nos anunciaron que Dios se hacía humanidad: ¡HA RESUCITADO A CRISTO!
-Atemorizados y preocupados por tantas inundaciones ideológicas o partidistas, se agradece que el Señor resucite para resucitarnos. No está muerto aunque, a veces nosotros por nuestras actitudes, demos la impresión de un Jesús maniatado, triste y recogido en el lugar de los muertos. ¡Despertemos! Que la fe, es una buena inyección de alegría, de encanto y de optimismo. El mismo Papa Francisco nos lo recordó no hace mucho tiempo: “Los cristianos que creen han de estar alegres no a la fuerza sino por convencimiento”.
-La Pascua, el paso de Jesús por medio de nosotros, nos ha dejado muchas palabras, gestos e interrogantes. Pero, ahora, es el momento de quedarnos asombrados ante la victoria de un Dios que vence a la muerte.
¿Por qué creéis que venimos a este lugar? Ni más ni menos porque, la vida del que nos convoca, nos afecta del todo y nos asegura un futuro sin término.
¿Por qué creéis que, cuando decimos un adiós a un ser querido, rezamos por él? ¿Por un homenaje bien merecido? ¿Por qué una gran historia le acompaña? ¡En absoluto! Lo hacemos porque, la pasión, muerte y resurrección de Cristo, ilumina ese momento con una gran verdad: Dios que es grande y misericordioso perdona y, además, resucita.
¿Por qué creéis que merece la pena seguir a Cristo, dar la cara por Él y ser fiel a pesar de nuestros pecados o debilidades? Ni más ni menos porque, en el atardecer de nuestra vida, comprobaremos que somos más importantes –mucho más importantes- que las obras que hemos realizado. Veremos cara a cara a Dios y nuestros cuerpos, sin fecha de caducidad, estarán llamados a vida eterna.  ¡Ojala este mensaje llegase a calar a los que, cuidan el cuerpo del hoy, pero olvidan el cuerpo del mañana!
2. ¡DESPERTEMOS! Frente a los dioses que nos adormecen, diariamente se levanta DIOS que, sin tanto ruido, pero con más amor, nos ofrece su salvación. Una salvación que pasa por Jesús. Una salvación que es luz .Una salvación que, desde el día de nuestro Bautismo, la colocamos sólo y exclusivamente en las manos  de Dios.
No es de extrañar que, el mundo que nos rodea, se encuentre a los pies de los caballos de muchas situaciones que producen insatisfacción, esclavitud, inseguridad, estrés, agobio. La Pascua, en ese sentido, nos puede aportar un poco de liberación, de calma en nuestros dolores, de salud en nuestras enfermedades, de fuerza para llevar la cruz.
Pidamos al Señor, en su gran día, no lo olvidemos. La humanidad, en sí misma, es desagradecida. Los cristianos de los primeros tiempos daban gloria y alabanza al Señor en el primer día de la semana. Sabían que, el domingo, era lo más sagrado y lo más vital de su fe. ¡Cuántos diosecillos se nos han colgado en el Día del Señor! ¡Cuántos bloqueos a la puerta de la resurrección!
No permitamos que, el Día del Señor, sea dejado de lado y ocupado por otras cosas que no sean las que alimenten nuestra familia, nuestra fe y nuestra adhesión a Cristo muerto y resucitado.
¡Vivamos este momento! ¡Cantemos, proclamemos la Redención de la humanidad por parte de Cristo!

Amigos, vayamos al encuentro de Cristo. No miremos en el sepulcro, está vacío. Salgamos con fe a los caminos, a la mesa fraterna, al perdón y a la reconciliación, a la fraternidad y al servicio… porque es ahí, donde a Jesús, lo encontraremos resucitado, operante, dándonos fuerzas e ilusionándonos en el camino de nuestra vida cristiana. ¿O no? ¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCION!

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