Todos los años en este día de la Ascensión de
Jesús al cielo, la 1ª lectura nos narra dicho suceso según el comienzo del
libro de los “Hechos de los apóstoles” narrado por san Lucas. Pero este año, al
ser el ciclo C, también es el evangelio de Lucas, quien al final nos dice de una manera sencilla que Jesús
subió al cielo.
Lo
dice unido a la aparición a sus discípulos en la tarde-noche del día del
domingo de la resurrección. La Ascensión
es un suceso espiritual no visible que está unido íntimamente con la
resurrección. Si Cristo resucita, es glorificado totalmente y por lo tanto está
ya con su Padre. San Lucas, como dice al comenzar el evangelio, quiere escribir
todo lo relativo a Jesús y la Iglesia para bien de todos nosotros. Su obra la
divide en dos partes. En la primera narra los hechos de Jesús hasta la subida
al cielo. La segunda comienza con esta subida. En realidad la “subida” tiene
mucho de simbolismo y de enseñanza catequética. Lo importante es el mensaje que
transmite.
La
Ascensión es el término de una época y el comienzo de otra. En el
evangelio acentúa el final de la época visible de Jesús. Es por lo tanto como
una “Doxología” o glorificación de
Jesús. Es poner un punto glorioso en el final de la estancia de Jesús entre los
apóstoles. La descripción del comienzo del libro de los “Hechos” es el
punto de partida para la expansión misionera de la Iglesia. En esto
coincide más con el final del evangelio de Mateo y Marcos. En la descripción,
donde hay mucho de simbolismo, se nos habla de los 40 días de catequesis que
tiene Jesús con los apóstoles. 40 es un número bíblico de preparación. Por ello
la despedida de Jesús ya no tiene la tristeza de la Ultima Cena, sino que los
apóstoles se sienten contentos. Por eso Jesús “les bendice”. Era una fórmula de
despedida en la paz y en el amor.
Es
la alegría de esta nueva época que comienza, donde Cristo permanece invisible y
la Iglesia se sentirá ayudada por el Espíritu Santo. Esto es tan importante
para la Iglesia que el próximo domingo contemplaremos la venida del Espíritu
sobre los apóstoles. Comienza la nueva época de la Iglesia. Hoy los ángeles les
dicen a los apóstoles que no se queden mirando al cielo, sino que sigan aquí el
encargo del Señor.
La
fiesta de la Ascensión es como la fiesta de la glorificación de Jesús. Si sube
al cielo para estar con su Padre, es porque primero se humilló y bajó
obedeciendo hasta recibir desprecios, condena y muerte. Ahora sube al cielo
para prepararnos un lugar en la casa del Padre, como se lo había prometido a
los apóstoles. En el evangelio nos dice cómo Jesús les recordaba algunas de las
instrucciones principales, una de ellas era el haber sido necesario padecer
para poder tener la resurrección y glorificación.
Aunque
Jesús, por medio de los ángeles, les dice a los apóstoles que no miren tanto al
cielo, era una manera de hablar de que ya llegaba el momento de mirar a la
tierra, a toda la tierra para evangelizar. Pero para nosotros es una ocasión
para mirar un poco más al cielo. Desgraciadamente se mira demasiado a la tierra
y a los intereses de la tierra. En este día sintamos que debemos mirar un poco
más allí donde está Jesús esperándonos. De esta manera nuestras obras estarán
más proporcionadas a lo necesario para poder un día entrar y permanecer con
Cristo, con la Virgen...
San Lucas, que es
el evangelista más instruido en el sentido literario, describe la Ascensión del
Señor recordando las grandes exaltaciones de personajes históricos, como el
final de Elías, que es llevado por un carro de fuego. El mensaje es que Jesús
merece todo poder y gloria, que ya había recibido desde el momento de la
resurrección; pero que ahora con palabras materiales se pretende describir para
que nuestro corazón vibre al unísono del entusiasmo que debían tener los
apóstoles.
Ellos
se volvieron para seguir construyendo el reino de Dios en la tierra, reino de
paz y de amor, continuando el trabajo de Jesús en su época visible. Es lo que
nos compete a los que queremos ser discípulos de Jesucristo.
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