viernes, 21 de marzo de 2014

ESPIRITUALIDAD DEL AGENTE DE PASTORAL.1

La espiritualidad del servicio en el mundo de la salud




El ministerio como relato del amor misericordioso del Señor


La espiritualidad del ministerio en el mundo de la salud es expresión de una manera especial de vivir la vida en el Espíritu. En efecto, si la espiritualidad cristiana, considerada en su fuente original, es única, por ser único el mediador entre Dios y los hombres. Cristo Jesús, y por ser único el Espíritu santificador que nos transforma en nuevas criaturas, sin embargo, en el aspecto existencial hay expresiones diversas de la vida cristiana y, por consiguiente, modos diversos de vivir la propia vida espiritual, ya que el Espíritu Santo distribuye dones diversos y complementarios a los miembros de la comunidad eclesial. La espiritualidad de los cristianos recibe una connotación particular gracias al tipo particular de ministerio que ejercen en el mundo del sufrimiento y de la salud. Esta connotación es el resultado de la conformación con Cristo misericordioso, divino samaritano, médico de las almas y de los cuerpos. Esta conformación supone el centramiento en la figura del Crucificado, la capacidad de reconocer a Cristo en el enfermo, la imitación de las características del «divino Samaritano» y la orientación última a Jesús resucitado, fuente de esperanza. El agente pastoral sanitario encuentra en la eucaristía el alimento indispensable para su servicio, y en la virgen María un modelo de entrega incondicional. La profesionalidad y la espiritualidad, debidamente armonizadas, impiden al agente sanitario caer tanto en un pragmatismo sin alma como en un espiritualismo  abstracto.
La espiritualidad del ministerio en el mundo sanitario no ha sido objeto hasta ahora de estudios específicos. La literatura sobre la vida en el Espíritu de los que trabajan en el mundo de la salud (sacerdotes, religiosos, laicos) es bastante escasa y, en la mayor parte de los casos, se limita a las órdenes y congregaciones religiosas consagradas, en virtud de su carisma especial, al servicio de los enfermos[1].
La urgencia de una reflexión profunda y una sistematización de la investigación y la reflexión sobre este tema se deriva de los estudios que se han hecho en las últimas décadas sobre la competencia pastoral. Los grandes cambios acaecidos en el mundo de la sanidad desde el punto de vista científico, técnico, cultural y religioso han hecho surgir en no pocos agentes pastorales del mundo sanitario una sensación de inadecuación. En efecto, a diferencia de otros agentes (asistentes sociales, psicólogos...), que han visto cómo mejoraba su posición, ellos se han visto parcialmente marginados. Según algunos autores, una de las principales causas de esta situación reside en la escasa profesionalidad de los agentes pastorales. En la organización de las atenciones que se prestan a los enfermos y en los proyectos de promoción de la salud, su presencia y su influencia tienen poco relieve; la colaboración interdisciplinar no encuentra en ellos participantes activos y dignos de atención. Por eso surgió la necesidad de una formación especializada específica, destinada a capacitarlos para organizar y desarrollar su actividad de una manera más adecuada y que les permita estar a la altura de los colegas de otras profesiones. Con esta finalidad se les han brindado oportunidades eficaces de formación. El recurso a las ciencias humanas del comportamiento (sociología, psicología...) ha logrado interesar a muchos agentes pastorales.
Pero, en el fervor por obtener una formación especializada cada vez más adecuada, ha surgido de forma insistente un interrogante: ¿como compaginar la profesionalidad con la espiritualidad?[2].
En un libro ya clásico, titulado Ministerio creativo[3], Henri Nouwen trata a fondo este problema. Su libro está escrito en el contexto norteamericano, pero sus consideraciones son perfecta mente aplicables a otros países. Si hay que recomendar positivamente la búsqueda de la profesionalidad, la obsesión por dicha búsqueda puede exponemos al peligro de hacer que la validez y la eficacia del ministerio dependan más de una preparación profesional especializada que de la gracia de Dios.
En este caso se correría el peligro de separar la profesión de la vocación, cuando lo cierto es que el ministerio depende más de la calidad de la relación con el Señor, es decir, de la espiritualidad del agente, que de un crecimiento en la profesionalidad.
«Teniendo en cuenta el principio de la sacramentalidad, el ministro no es mero instrumento, sino también signo de la gracia de Dios. La realidad invisible de la gracia tiene que hacerse visible en el signo. Y éste, a su vez, tiene que encamar la realidad invisible que significa.
El signo significa lo que lleva dentro de sí. Por tanto, estar en contacto con el signo es estar en contacto con la realidad que significa. De lo contrario, se trata de un signo falso, desconectado de la realidad de la gracia que se supone que significa»[4].
Con razón afirma Rahner que «no es indiferente para el significado y la naturaleza del ministerio en la Iglesia el hecho de que éste se ejerza o no con santidad»[5].
Podemos aplicar a la acción del agente pastoral lo que escribe Pablo vi en la Evanselii nuntiandi a propósito de la evangelización:
«No habrá nunca evangelización posible sin la acción del Espíritu Santo... Las técnicas de evangelización son buenas, pero ni las más perfeccionadas podrían reemplazar la acción discreta del Espíritu. La preparación más refinada del evangelizador no consigue absolutamente nada sin Él. Sin Él, la dialéctica más convincente no tiene poder alguno sobre el espíritu de los hombres. Sin Él, los esquemas más elaborados sobre bases sociológicas o psicológicas no tardan en revelarse vacío y faltos de todo valor. Puede decirse que el Espíritu Santo es el principal agente de la evangelización» (n. 75)[6].





[1] Para este capítulo nos servimos sobre todo de A. BRUSCO, «Spiritualitá del servizio pastorale sanitario»: DTPS, 1265-1272; cf, también A. BRUSCO - L. SANDRIN, // Cappellano d'ospedale. Disagi e nuove opportunitá, Camilliane, Torino 1993, pp. 111-118; S. PINTOR, «Spiritualitá pastorale», art. cit., pp. 247-261.

[2] Para la espiritualidad sacerdotal, cf. A. FAVALE, Spiritualitá del ministero presbiterale, LAS, Roma 1985.
[3] H. NOUWEN, Ministero creativo, Queriniana, Brescia 1981.
[4] R. MCBRIEN, «What is ministerial spirituality?», en Ministry, Harper and Row, San Francisco 1986, p. 77.
[5] K. RAHNER, La Iglesia y los sacramentos, Herder, Barcelona 1964, p. 98
[6] «El peligro de cierta pastoral consiste en quedarse tan sólo en un nivel superficial o en buscar únicamente la imagen, en carecer de interioridad y de profundidad, en no tener en cuenta concretamente el modo de la acción mistérica del Espíritu y la prioridad efectiva de los valores y las actitudes evangélicas» (S. PINTOR, L'uomo vía della Chiesa. Elementi di teología pastorale, EDB, Bologna 1992, p. 247).


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