jueves, 20 de marzo de 2014

ANTE LA NUEVA LEY DEL ABORTO

Estamos en pleno debate del Anteproyecto de Ley de “interrupción voluntaria del embarazo” (IVE). Mal empezamos si para encubrir el aborto tenemos que recurrir a semánticas que dificultan la comprensión de las leyes y que intentan justificar su existencia. Los ciudadanos saben que esta es una ley para favorecer unos supuestos de Aborto. 
El gobierno trata de volver a la ley 9/1985 que era una reforma del artículo 471 bis del Código penal español. En dicha ley con un artículo único, se eximia de punibilidad a todos aquellos que realizaran el aborto bajo “tres supuestos”: grave peligro para la gestante física o psíquicamente, violación y por malformación fetal dentro de las veintidós primeras semanas. La nueva Ley elimina uno de los tres supuestos y es el de malformación fetal. 
En el código de Deontología médica en su artículo 51.1 se habla en estos términos: “El ser humano es un fin en sí mismo en todas las fases del ciclo biológico, desde la concepción hasta la muerte. El médico está obligado, en cualquiera de sus actuaciones, a salvaguardar la dignidad e integridad de las personas bajo sus cuidados”. Viene a decir que el aborto provocado supone una violación del derecho a la vida de seres humanos indefensos. 
El aborto en si mismo constituye la manifestación de una injusticia social tan grande que no podemos darle la espalda. No afecta solo a los no nacidos, sino a las mujeres que los gestan. Las leyes que se han emitido a lo largo de estos últimos veintinueve años no han dado una solución al problema, más bien lo han radicalizado. Es una hipocresía hablar del aborto como un “derecho” porque la vida no es un derecho sino un “don”. La vida “es algo” dado y que no se puede poseer como un objeto material. Todas las legislaciones de los países occidentales tienen en sus constituciones el derecho a la vida como algo fundamental. En la nuestra es el artículo quince de la constitución: “Todos tienen derecho a la vida y a la integridad física y moral…”. El artículo empieza con el término “todos” y no puede ser interpretado ambiguamente. Este artículo está en consonancia con las últimas directrices del parlamento Europeo en el que se afirma la indisponibilidad de la vida para todo ser humano por parte de otros, garantía de igualdad para todos.
Haciendo referencia a una petición del Comité de discapacidad de la ONU se pedía a España que se suprimiera el supuesto de discapacidad como causa para abortar. A mí personalmente me parece bien porque es una incongruencia mantener el supuesto de aborto por malformación fetal y a la vez promover leyes para favorecer la integración de la discapacidad en la sociedad. 
Es importante que enfoquemos la cuestión legal teniendo presentes tanto al no nacido como a la mujer, promoviendo leyes que ayuden a la maternidad y a las mujeres que se ven abocadas al aborto como una solución a su situación. El estado debe promover una ayuda con esas madres y para esos seres humanos ya pertenecientes a nuestra sociedad que son el futuro de la misma. Importante sería el desarrollo de una educación sexual acorde a los tiempos en los que se hable claramente de los riesgos de una sexualidad de riesgo especialmente entre los jóvenes. Un último punto es el contemplar la objeción de conciencia por parte de los profesionales sanitarios en toda su dimensión. No solo para los que intervienen “directamente” en el aborto sino para los que “indirectamente” colaboran dando la información o en la realización de otro tipo de actos administrativos. El derecho a la objeción de conciencia debería ser reconocido y poder ser ejercido en su totalidad porque afecta a derechos fundamentas de la persona.

Una sociedad que desprotege a sus miembros más indefensos ha llegado a unos niveles de solidaridad y de justicia realmente preocupantes. Es en el campo social de la educación de la conciencia y de los valores donde debemos prevenir las causas que hacen del aborto una práctica en continuo aumento según los índices sociológicos. A nadie se le oculta que todos pierden, especialmente el sujeto eliminado. 
Necesitamos tratar multidisciplinarmente el problema desde la crudeza y objetividad del drama. La historia ha demostrado que el aborto no es solución para nadie y que la vida es siempre una cifra de esperanza y progreso. No existe mayor muestra de insolidaridad que patrocinar la muerte del ser humano, sobre todo si es indefenso o sufre alguna tara o enfermedad. Existen valores más altos por lo que es legítimo, e incluso necesario, exponerse al peligro de perder la vida y, esa no es la situación que se presenta en el aborto voluntario. Si no se respeta una vida,  en especial desde su inicio, puede suceder que no se respete nunca o que no se respete nunca del todo. La misión de proteger la vida está implícita en la dignidad humana. 

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