Estamos
en pleno debate del Anteproyecto de Ley de “interrupción voluntaria del
embarazo” (IVE). Mal empezamos si para encubrir el aborto tenemos que recurrir
a semánticas que dificultan la comprensión de las leyes y que intentan
justificar su existencia. Los ciudadanos saben que esta es una ley para
favorecer unos supuestos de Aborto.
El gobierno trata de volver a la ley 9/1985
que era una reforma del artículo 471 bis del Código penal español. En dicha ley
con un artículo único, se eximia de punibilidad a todos aquellos que realizaran
el aborto bajo “tres supuestos”: grave peligro para la gestante física o
psíquicamente, violación y por malformación fetal dentro de las veintidós primeras
semanas. La nueva Ley elimina uno de los tres supuestos y es el de malformación
fetal.
En el código de Deontología médica en su artículo 51.1 se habla en estos
términos: “El ser humano es un fin en sí
mismo en todas las fases del ciclo biológico, desde la concepción hasta la
muerte. El médico está obligado, en cualquiera de sus actuaciones, a
salvaguardar la dignidad e integridad de las personas bajo sus cuidados”. Viene
a decir que el aborto provocado supone una violación del derecho a la vida de
seres humanos indefensos.
El aborto en si mismo constituye la manifestación de
una injusticia social tan grande que no podemos darle la espalda. No afecta
solo a los no nacidos, sino a las mujeres que los gestan. Las leyes que se han
emitido a lo largo de estos últimos veintinueve años no han dado una solución
al problema, más bien lo han radicalizado. Es una hipocresía hablar del aborto
como un “derecho” porque la vida no es un derecho sino un “don”. La vida “es
algo” dado y que no se puede poseer como un objeto material. Todas las
legislaciones de los países occidentales tienen en sus constituciones el
derecho a la vida como algo fundamental. En la nuestra es el artículo quince de
la constitución: “Todos
tienen derecho a la vida y a la integridad física y moral…”. El artículo empieza con
el término “todos” y no puede ser interpretado ambiguamente. Este artículo está
en consonancia con las últimas directrices del parlamento Europeo en el que se
afirma la indisponibilidad de la vida para todo ser humano por parte de otros,
garantía de igualdad para todos.
Haciendo referencia a una petición del Comité
de discapacidad de la ONU se pedía a España que se suprimiera el supuesto de discapacidad
como causa para abortar. A mí personalmente me parece bien porque es una
incongruencia mantener el supuesto de aborto por malformación fetal y a la vez
promover leyes para favorecer la integración de la discapacidad en la sociedad.
Es importante que enfoquemos la cuestión legal teniendo presentes tanto al no
nacido como a la mujer, promoviendo leyes que ayuden a la maternidad y a las
mujeres que se ven abocadas al aborto como una solución a su situación. El
estado debe promover una ayuda con esas madres y para esos seres humanos ya
pertenecientes a nuestra sociedad que son el futuro de la misma. Importante
sería el desarrollo de una educación sexual acorde a los tiempos en los que se
hable claramente de los riesgos de una sexualidad de riesgo especialmente entre
los jóvenes. Un último punto es el contemplar la objeción de conciencia por
parte de los profesionales sanitarios en toda su dimensión. No solo para los
que intervienen “directamente” en el aborto sino para los que “indirectamente”
colaboran dando la información o en la realización de otro tipo de actos
administrativos. El derecho a la objeción de conciencia debería ser reconocido y
poder ser ejercido en su totalidad porque afecta a derechos fundamentas de la
persona.
Una sociedad que desprotege a sus miembros más
indefensos ha llegado a unos niveles de solidaridad y de justicia realmente
preocupantes. Es en el campo social de la educación de la conciencia y de los
valores donde debemos prevenir las causas que hacen del aborto una práctica en
continuo aumento según los índices sociológicos. A nadie se le oculta que todos
pierden, especialmente el sujeto eliminado.
Necesitamos tratar
multidisciplinarmente el problema desde la crudeza y objetividad del drama. La
historia ha demostrado que el aborto no es solución para nadie y que la vida es
siempre una cifra de esperanza y progreso. No existe mayor muestra de
insolidaridad que patrocinar la muerte del ser humano, sobre todo si es
indefenso o sufre alguna tara o enfermedad. Existen valores más altos por lo
que es legítimo, e incluso necesario, exponerse al peligro de perder la vida y,
esa no es la situación que se presenta en el aborto voluntario. Si no se
respeta una vida, en especial desde su
inicio, puede suceder que no se respete nunca o que no se respete nunca del
todo. La misión de proteger la vida está implícita en la dignidad humana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario