El mensaje que predomina
hoy en todas las lecturas es: la MISERICORDIA de Dios. De una manera especial en
el evangelio, en que Jesús nos describe algo esencial en Dios, como es el
perdón y la acogida hacia el pecador, de modo que el hecho de volver a la casa
paterna de un solo pecador causa en Dios una gran ALEGRÍA. Jesús nos lo mostró
con parábolas y con el mismo ejemplo de su vida.
La ocasión para exponer
estas hermosas parábolas fue el hecho de que los fariseos y los escribas
andaban murmurando porque junto a Jesús se reunían pecadores y publicanos y él
los trataba con bondad. No comprendían que uno que se tuviera como portavoz de
Dios pudiera sentarse a la mesa con pecadores. Los fariseos creían en Dios
justo; pero confundían la justicia con el castigo y la venganza. Creían en un
Dios grande; pero de tal manera que le sentían alejado. Para ellos Dios era
demasiado severo y aburrido, preocupado sobre todo de su gloria y honor. Para
Jesús Dios está a favor de los pequeños, los humillados y despreciados., Es
sobre todo AMOR y por eso se alegra cuando alguien apartado, vuelve al amor. Lo
único que le molesta de verdad a Dios es el sufrimiento que unos hombres causan
a otros.
Para Dios todos somos
inmensamente importantes. Por eso en las parábolas habla de la alegría de Dios
por un solo pecador que se convierte, de la alegría por encontrar una oveja
perdida, por una moneda encontrada, o por un hijo que vuelve arrepentido.
El contraste es la actitud
de los fariseos reflejada en el hermano mayor. Parece mejor porque siempre está
en la casa de su padre trabajando; pero luego resulta peor porque no sabe
acoger al hermano menor, prefiriendo que se hubiera quedado lejos. Así pasaba
con los fariseos. Parecía que honraban a Dios porque cumplían todos los
pequeños preceptos; pero no cumplían lo principal que es parecerse al Padre del
cielo que tiene compasión de todos y sale a buscar a quien se ha perdido.
Estas parábolas tienen
dos grandes enseñanzas para nosotros. En primer lugar, vemos que muchas veces
somos como la oveja perdida o el hijo pródigo que buscamos la felicidad por
caminos diversos de los que nos señala Dios, caminos equivocados que nos
perjudican en vez de ayudarnos. En ese caso debemos acordarnos que Dios es
nuestro Padre y nos acoge. Aprovechemos el tiempo que tenemos de vida para
corresponder a la bondad de Dios y
llegar a sus brazos de padre.
Otra gran enseñanza es
el deber parecernos lo más posible a Jesucristo para tener amor y misericordia
con los que nos han podido ofender. Y en el campo del apostolado de la Iglesia , no contentarnos
con conservar lo que tenemos, sino salir a buscar la oveja perdida. Esto es
difícil porque nos resulta incómodo. El mismo hecho de perdonar a veces es muy
difícil ante una persona que puede ser que haya destrozado nuestra vida o haya
perjudicado gravemente a alguien muy querido por nosotros.
Hoy en la 1ª lectura (Ex
32, 7-14) aparece Dios perdonando al pueblo de Israel. Este, pensando al estilo
farisaico no se merecía el perdón, porque, habiendo hecho un pacto de alianza
con Dios, se olvida de El construyendo un toro de metal a quien declaran ser su
dios. Dios demuestra su malestar porque ese pueblo merece el exterminio. Pero
allí está Moisés, el hombre fiel a Dios, que intercede por su pueblo y logra
que Dios (que lo está deseando) perdone al pueblo, dándole la oportunidad de
arrepentirse. Aquí tenemos otra enseñanza de este día. Quizá no nos sintamos
tan pecadores ni tan perdonadores; pero todos podemos ser y debemos ser
intercesores. Habrá casos en que podemos ayudar a un pecador para que vuelva al
Señor. A veces podemos hacer que dos personas enemistadas puedan sentir la
alegría de Dios en el perdón de ellos mismos. En otros muchos casos lo único
que podremos hacer es pedir, interceder ante el Señor bueno, para que se
organicen las circunstancias, de modo que el extraviado pueda encontrar el
camino recto hacia la bondad de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario