Todos los años el
último domingo de Adviento la
Iglesia nos trae la figura de la Virgen María. Ella
es la que mejor se preparó para la primera Navidad y Ella será la que mejor nos
puede ayudar para hacer una digna preparación para recibir a Jesús en nuestro
corazón el día de Navidad. De hecho toda nuestra vida es como un Adviento
continuo de preparación para el gran encuentro con el Señor al final de nuestra
vida. Iremos mucho mejor preparados, si vamos de la mano de nuestra Madre del
cielo o si aceptamos estar siempre en sus brazos. Para ello debemos aprender su
gran esperanza, símbolo del Adviento, y su completa confianza en la voluntad de
Dios.
Este año el
evangelio nos trae la
Anunciación a María del gran misterio “escondido por los
siglos”, pero ahora revelado, como dice hoy san Pablo en la segunda lectura. En
la primera lectura se nos dice cómo el rey David quería hacer una casa digna al
Señor y cómo le dice Dios que le va a regalar otra casa perpetua, que significa
la sucesión de la dinastía hasta que llegara el Salvador. El misterio que ahora
revela el ángel a María es que ese sucesor de David va a ser Dios mismo que se
hace hombre. Jesús en su vida no se atribuyó a sí mismo ese título de “hijo de
David”, aunque sí se lo daban, por no alimentar el nacionalismo fácil y
peligroso. La intención del evangelio es decirnos que ese Hijo de Dios está
enraizado en nuestra naturaleza humana.
Esto sería
realidad gracias a la aceptación de María. Jesús viene a salvarnos, pero quiere
nuestra colaboración para la salvación. Y la primera colaboración consciente y
libre será la de su madre. No es a “ojos cerrados”: María escucha y pregunta
para enterarse. Y cuando se da cuenta, sin grandes investigaciones, que es la
voluntad de Dios, acepta y pronuncia el “hágase” tan importante para la
historia de la humanidad.
Así Jesús entra en
la historia de la humanidad por el “sí” de las personas humildes, pobres,
atentas a la voluntad de Dios. No fue fácil para la Virgen. Era un cambio
muy grande en sus planes de vida, era comenzar una vida incierta y difícil por
el hecho de ser virgen y madre. ¿Cómo le iba a decir a José y a sus parientes
que aquella maternidad era “obra del Espíritu Santo”? Pero se arroja en los brazos
amorosos de Dios. Porque el seguir la voluntad de Dios siempre tiene que ser
algo bueno: Dios no puede querer algo malo para nosotros. El “hágase” de María
es un profundísimo acto de fe y de confianza absoluta en el poder y en los
planes de Dios. Es como presentar la vida ante Dios, como si fuese una hoja en
blanco para que Él escriba lo que quiera y como lo quiera. Esto es fácil
decirlo. Muchas veces el que se haga la voluntad de Dios en nosotros es como
una fórmula; pero luego en realidad lo que queremos es que Dios haga nuestra
voluntad. Nos cuesta aceptar cambiar los planes que hemos hecho.
María no cae en
el desaliento ante las dificultades y el
dolor. Esta aceptación de la voluntad de Dios es la mejor preparación para que
Jesús venga a reinar en nuestra alma. La fe no es un simple asentimiento frío
intelectual a unas verdades, sino que es sobre todo donarse totalmente y sin
condiciones a Dios nuestro Señor.
A veces cuando se
dicen frases como las anteriores, a uno le entra un poco de tristeza; pero el
hecho es que la voluntad de Dios es alegría. Cuando el ángel le va a
anunciar el gran plan de Dios, comienza con: “Dios te salve”, que en la lengua
original es: “Alégrate”. Lo primero que Dios quiere de María es la alegría. Y
por eso ante la turbación, le dice el ángel: “No temas”, porque cualquier
mensaje verdadero de Dios debe traernos la paz. Es el signo de la presencia de
Dios. Esa es la alegría y paz que Dios nos anuncia para la Navidad. Vayamos
de la mano de la Virgen
y no temamos entregarnos al Señor. A veces la fe va unida a cierta oscuridad y
aparentes desconsuelos. Todo ello viene por nuestra insuficiencia en la escucha
de la palabra de Dios y falta de meterla en nuestro corazón. Aprendamos de
María en estos días y los días de Navidad serán más alegres si buscamos hacer
la voluntad de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario