Jesús
estaba en Cafarnaúm. Había explicado su doctrina en la sinagoga y había curado
a un poseído por un espíritu malo. La gente estaba admirada. En ese día se va a
manifestar Jesús como sanador de enfermedades. Saliendo de la sinagoga, se va
con los 4 primeros apóstoles a casa de Pedro. La suegra de éste está acostada,
pues estaba enferma de fiebre, con calentura alta, según certifica el
evangelista Lucas. Jesús, que siempre que se encuentra con el mal, busca superarlo,
muestra ahora su misericordia y ternura, tomándola de la mano y levantándola.
Un rabino judío no se hubiera acercado a tocar a un enfermo, menos siendo mujer
y menos siendo día de sábado. Pero para Jesús lo que importa es la
manifestación de la bondad.
Una
reflexión que podemos hacer es que en el mundo hay muchas clases de fiebres
espirituales y quizá nosotros mismos estamos con calentura de avaricia, de
soberbia, ira, orgullo, egoísmo, odio ambición, etc. Jesús pasa junto a
nosotros y nos quiere curar. Lo primero esencial que se necesita es que el
enfermo quiera curarse. Si esto es necesario en una enfermedad corporal ¡Cuánto
más en una espiritual! Una señal de que la curación de la suegra de Pedro fue
un milagro, es que inmediatamente se puso a servirles. Esto es lo que ella
deseaba por estar en su casa. Y es lo que Jesús quiere de nosotros: si nos
sentimos curados, debemos dedicarnos a servir a otros.
Jesús
nos ha dejado grandes poderes de sanación espiritual, que muchas veces se
manifiesta en lo corporal, por medio de los sacramentos. Para ello está el
sacramento de la Reconciliación , la
Eucaristía , en que nos unimos con el mismo Jesús, y la
Unción de los
enfermos. ¡Cuánto bien ha hecho este sacramento, muchas veces en el cuerpo,
pero sobre todo en el espíritu, para aquellos que lo pueden recibir, enfermo su
cuerpo, pero con consciente humildad y con mucha fe y esperanza en su espíritu!
Dice
el evangelio que al atardecer muchos le llevaban a Jesús los enfermos en el cuerpo
o endemoniados (enfermos mentales). De todos se compadecía y los curaba. Es
curiosa la anotación de “al atardecer”.
Es muy posible que la gente tuviera cierto temor a los fariseos por lo del
descanso sabático que terminaba al atardecer. Con ello nos quiere enseñar a los
cristianos que ante el mal no debemos
quedarnos cruzados de brazos. De hecho en la historia de la Iglesia encontramos muchos
testimonios de santos y de instituciones, cuya labor predominante es la
curación de enfermos.
Evangelizar
no es sólo hablar, sino hacer
positivamente el bien. Lo difícil a veces es saber equilibrar lo que
debemos hacer y acompañarlo con la oración. Por eso muy de mañanita se retiró a solas a orar. Jesús, como
hombre, necesitaba orar. Y esta es una gran enseñanza que nos da a todos. La
oración es necesaria para encontrar la paz del espíritu, saber que estamos
unidos cada vez más con Dios y encontrar el verdadero sentido de la misión,
como Jesús encontraba el sentido de su misión como Mesías. De la oración
profunda y larga volvía a los suyos renovado, luminoso y sereno. No parece ser
que orase con muchas palabras o palabrería, como El nos dice alguna vez. Más
bien serían afectos interiores. Así nuestra oración nos marca la manera de ser.
Otra
reflexión que podemos hacer al ver a Jesús sanando enfermedades y otras
clases de males es el porqué de tantos males que hay en el mundo.
Muchas personas no ven el sentido de un Dios misericordioso, cuando en verdad
hay tantos males. Hay cosas esenciales que debemos saber: Dios no quiere el sufrimiento. Ciertamente es un misterio el porqué
es así el mundo; pero sabemos que este mundo es un paso para el definitivo y
totalmente feliz. La libertad es un bien.
El mal proviene de haber usado mal la libertad. Dios mismo ha venido a sufrir
con nosotros; pero nos enseña a trabajar
para desterrar todo el mal que podamos con nuestras fuerzas. El mal no es
un castigo y Dios mismo nos da fuerzas suficientes para superarlo y poder sacar
bienes de todo mal. Pidamos gracia para
comprenderlo y para trabajar con alegría por el bien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario