viernes, 27 de junio de 2014

SAN PEDRO Y SAN PABLO

San Pedro y san Pablo, 29 de Junio: Mt  16, 13-19

Celebra la Iglesia en este día la fiesta de dos hombres grandes, que son tenidos como columnas en la organización primitiva de la Iglesia: San Pedro, de temperamento entusiasta, a quien Jesús tuvo que ir formando y haciéndole fuerte en la fe para ser la “roca” firme de la Iglesia, y san Pablo, hombre firme en sus convicciones, a quien, por estar equivocado, Jesús se le presentó para darle luz en la mente, de modo que luego fue el evangelizador más importante en la primitiva cristiandad.
San Pedro y san Pablo, siendo de caracteres diferentes, se unen en el mismo ideal, que era buscar identificar su vida con el querer de Jesús y procurar en todo cumplir la voluntad de Dios. Los dos tuvieron sus fallos, pero impulsados por la gracia, fueron llevando su vida tras las huellas de Jesús. Como frases suyas, que nos ayuden en este día a querer seguir más a Jesús, podemos recordar de san Pedro, cuando varios discípulos querían marcharse sin comprender el anuncio de Jesús sobre la Eucaristía: “¿A quién iremos? Tu tienes palabras de vida eterna”.  Y san Pablo, cuando había experimentado la vida de Cristo en su propia vida, decía: “Para mí vivir es Cristo”. Pues  el ideal de nuestra vida debe ser: “tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús”.
El evangelio de este día nos trae el momento clave para la vida de san Pedro, en que Jesús le promete el Primado en la Iglesia. Estaban en Cesarea de Filipo. Era un lugar donde estaba un poco más presente por aquella región el culto a las divinidades paganas o romanas. Por aquel lugar había una “roca” con su gruta, dedicada a dioses paganos, que para los israelitas era como la entrada al reino de Satanás. También se acercaba la hora de ir hacia Jerusalén para sufrir la Pasión. Jesús debía ir organizando, al menos en lo esencial, el porvenir de la evangelización. Quería hacerles una especie de examen sobre lo que pensaban de El. Primero les pregunta qué opina la gente. Claro, había algunos que opinaban cosas muy malas; pero los apóstoles le dicen las cosas buenas: Unos le tienen por Juan Bautista, a quien todos le tenían por profeta. Otros dicen ser Elías o Jeremías, pues eran profetas de los que se decía debían resucitar en los tiempos nuevos. En realidad se quedan en que Jesús es un hombre, aunque muy cercano a Dios, como eran los profetas. De ahí les cuesta pasar.
Jesús les pregunta a ellos en concreto. San Pedro contesta. No es que esté haciendo afirmaciones teológicas, como los estudiosos. Lo que sí está seguro es que Jesús es algo más. Por eso responde: “Tu eres el Mesías”. Otros evangelistas sólo dan esta respuesta. San Mateo nos dice que añadió: “El Hijo de Dios vivo”. Algunos dicen que fue la expresión del conocimiento de san Pedro después de Pentecostés y de la primitiva cristiandad. El hecho es que Jesús aprovechó esa respuesta inspirada por Dios para prometerle que sería la “roca” firme de la fe en la Iglesia.
Y para ello usa el lenguaje propio de aquella cultura, en que hablan por medio de símbolos en los momentos grandiosos. Le dice que será la “piedra” fundamental donde se apoyará la Iglesia. En otro momento le dirá que debía confirmar en la fe a sus hermanos. En aquella cultura llamar a uno “roca” era un gran elogio, de modo que en los salmos se llama, como un elogio a Dios: “nuestra roca”. También le da las “llaves” del Reino. Es símbolo de poder y autoridad. Y le da también el poder de “atar y desatar”. En la Iglesia habrá males como cobardías, debilidades, pero no podrán destruir la fe, pues Cristo está presente. Y está en el papa, sucesor de Pedro, que debe interpretar la voluntad de Jesús y adaptarla a las nuevas necesidades y situaciones.

También hoy Jesús nos pregunta quién es o qué representa para nuestra vida. Para muchos es un hombre, quizá muy grande; pero ahí se quedan. Nuestra respuesta debe salir de una vivencia personal, al contacto con la fe. Por lo tanto debemos vivir según esa realidad de ser discípulos y amigos de Jesús que sigue viviendo entre nosotros, no sólo en la Eucaristía, sino también en la persona del Papa.

sábado, 21 de junio de 2014

FIESTA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD-2014

Domingo de la Santísima Trinidad A: Jn 3, 16-18

   Es bueno comenzar hoy con el saludo con que comienza siempre la misa y que termina el apóstol san Pablo en su 2ª carta a los Corintios y hoy nos trae la 2ª lectura: “La gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo esté con vosotros”. Hoy nos fijamos en la naturaleza de Dios y celebramos la grandeza que El mismo ha querido revelarnos de su ser, que redunda en nuestra propia grandeza. Sabemos bien que Dios es Uno y sólo puede ser uno; pero son tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Esto es un misterio tan grande que supera la capacidad de nuestra inteligencia. Por lo menos debemos entender que Dios es tan grande que puede haber en El cosas que superan nuestro entender.
A través de la historia Dios ha ido revelando cómo es El. Pasa como en el entender, que con la edad vamos comprendiendo más las cosas. Así Dios en el Ant. Testamento dio a conocer ante todo la Unidad de su ser, para diferenciarse de los muchos dioses que solían tener los humanos. También fue revelando que es increado, a diferencia de las cosas creadas. También que es inmenso, eterno y todopoderoso. Poco a poco se iba revelando como un Padre, que atiende a su pueblo. Pero con Jesús “se derramó plenamente la gracia” revelándonos el amor de Dios hasta hacerse hombre para salvarnos y venir el Espíritu Santo para darnos la verdadera vida y poder ser nosotros templos de la Santísima Trinidad.
Esta es la gran verdad que Jesús nos enseñó y hoy se realza al celebrar a Dios en este maravilloso misterio de la Trinidad: Dios es amor. Y porque es amor, es el ejemplo para nosotros. Hemos sido creados “a imagen y semejanza de Dios”. Por lo tanto cuanto más crezcamos en el verdadero amor, más seremos imagen y semejanza de Dios. Amor puro y noble, que es saber olvidarse de sí mismo, renunciar al propio egoísmo, para pensar en el bien y en la felicidad de la persona amada. Dios se manifiesta como un Padre bueno o la más tierna de las madres. Y porque nos ama, quiere hacernos partícipes de su misma vida divina; quiere lo mejor para nosotros, que es sobre todo la salvación eterna.
Esto es lo que nos quiere decir el evangelio de hoy: Porque nos ama, Dios Padre nos entrega a su Hijo para salvarnos. Este amor es para cada uno de nosotros un amor entregado y universal, aunque se fija principalmente en el débil. Ya lo había dicho en el Ant. Testamento, como lo dice la 1ª lectura: “Dios es compasivo y misericordioso, lento a la cólera y rico en clemencia y lealtad”. Todo esto contrasta con la infidelidad del pueblo que llegó a adorar al becerro de oro.
El hecho de que Dios es amor es lo que nos hace atisbar un poco este misterio de la Trinidad. Porque el amor nunca es soledad ni aislamiento, sino que es comunión, cercanía, diálogo y alianza. Y si esto es respecto a nosotros, es porque primeramente lo es en Dios mismo. Hay muchas caricaturas de Dios: Algunos lo ven sólo dentro de sus ideas con un vacío moral que no llena las vivencias del corazón. Y esto les lleva a un materialismo ateo. Para otros es como el dios de los fariseos, muy legalista y utilitario. Para otros es un dios espiritualista sin relación con las necesidades ajenas. Para nosotros Dios es sobre todo amor, que lo es en sí y nos debe impulsar a imitarle.
En este día, cuando hagamos la señal de la cruz diciendo: “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”, nos acordemos de que es Amor, se lo agradezcamos y nos comprometamos a tratar a los demás con mayor amor. Para que este amor con los demás sea noble y sincero, debemos fomentar nuestro amor con Dios, que puede ser dirigido a Dios Padre, que nos ha creado, o dirigido a Dios Hijo, Jesucristo, que vivió con nosotros, que resucitó y nos espera en el cielo, o al Espíritu Santo, que vive en nuestro corazón y nos da el aliento de vivir en la paz y la alegría cristiana.


FIESTA DEL CORPUS- 2014

Domingo. Fiesta de la Eucaristía A: Jn 6, 51-59.

La Eucaristía es el centro y la cumbre de nuestra fe. Siempre que los cristianos nos reunimos en la Eucaristía celebramos un gran misterio, la entrega de Jesucristo a su Padre para nuestra redención. La Eucaristía es también poder recibir como alimento espiritual el mismo Cuerpo de Jesús; y es también sentir la presencia real de Jesús entre nosotros. Esta presencia es lo que celebramos principalmente en esta fiesta del Corpus, o “del Cuerpo y la Sangre de Jesús”.
Durante los primeros siglos del cristianismo Jesús Eucaristía, después de la misa, se guardaba de una manera privada. Se hacía para que sirviera de viático  a los enfermos. Por el año mil o un poco antes hubo varios herejes que decían que Jesús no estaba realmente presente en la Eucaristía después de la misa, sino sólo en símbolo. Desde entonces la Iglesia fomentó la adoración privada y solemne, haciendo sagrarios hermosos y custodias para la adoración, hasta que por fin se instituyó esta fiesta del Corpus, precisamente para fomentar la adoración eucarística.
La ocasión fue un famoso milagro. Siempre ha habido milagros que han confirmado esta verdad, muchas veces ocasionados por dudas de fe o por sacrilegios. Era el año 1264 cuando un sacerdote, que dudaba de la presencia eucarística de Jesús, fue a Roma, a la tumba del apóstol san Pedro, a pedir robustecimiento de su fe. Al pasar por Bolsena y celebrar la misa, la Sagrada Forma comenzó a destilar sangre hasta quedar completamente mojado el corporal. El papa Urbano VI, que estaba en Orvieto, ciudad cercana, cuando comprobó el milagro, instituyó la fiesta del Corpus y encargó los himnos de la fiesta a Sto. Tomás de Aquino. Los hizo hermosos como el “Tantum ergo”. Aquellos corporales se conservan aún en la catedral de Orvieto.
La Eucaristía no es sólo para que adoremos a Jesucristo, sino para que nos sirva de alimento espiritual. Hoy en el evangelio se nos recuerdan aquellas palabras de Jesús: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo”. Los judíos no lo entendían. Tampoco hoy los que no tienen fe entienden que Jesús ha venido del cielo para saciar los anhelos del corazón, el hambre que otros panes no lo pueden hacer como es el dinero, el sexo, el consumismo, la fama, el poder. Jesús, con sus palabras y gestos, con su propuesta del Reino y la Alianza, da pleno sentido a la existencia humana.
Algo muy importante en la Eucaristía, como nos señala San Pablo en la segunda lectura de hoy, es el ser signo y compromiso de unidad. El comer el Cuerpo de Cristo expresa el hondo sentido de una fe comprometida por la unidad, la fraternidad, el amor, la solidaridad, la entrega a los hermanos por Cristo. Por eso la comunión no es un rito o una devoción individual, sino que tiende a la unidad y universalidad, porque al comulgar “formamos un solo cuerpo”. Al comer dignamente el pan de la Eucaristía nos alimentamos del mismo Dios. Por eso, como fruto, debemos vivir más como Dios, que es misericordioso, solidario, paciente, entregado. Los alimentos, por ser organismos inferiores a nosotros, se transforman en nuestro cuerpo; pero Jesús, “el pan de vida”, por ser superior, hace que nosotros nos podamos transformar en El.
Donde hay pan partido y compartido, hay mucho de Dios. Dios quiso valerse del pan para significar su amor a los hombres. Por todo ello hoy es día de la caridad. Si se comulga dignamente y uno busca asemejarse a Cristo, tiene que estar uno dispuesto a dejarse comer en el servicio a los hermanos. De una persona que es buena se suele decir que es tan buena como el pan, porque el pan se deja comer, nos fortalece y nos hace crecer. Que esta fiesta del Corpus nos aumente nuestra fe en la presencia real de Jesús en la Eucaristía. Que cada vez que entremos en una iglesia, donde está el Santísimo, nuestra fe nos impulse a una sentida y piadosa adoración, acrecentada hoy si le acompañamos en la procesión, y que crezca con el alimento de la comunión, que nos impulse a ser fermento de unidad en la Iglesia.


lunes, 16 de junio de 2014

No entiendo nada. El ser humano ¿es una cosa?

Estos días me encuentro engañado por todo y por todos. Cualquier tema es susceptible de provocar una discusión acalorada. Hoy, la guinda que colma el vaso; una mujer que me dice que justifico el aborto por ser cura. La gente ignora que soy médico de formación y que estos temas hay que hablarles "sabiendo". Dar opinión es gratis y parece que todas tienen que ser escuchadas, pues ¡no! La Iglesia puede y debe defender la vida de todos y todas en cualquier momento del desarrollo de la vida. Defender los derechos y libertades principalmente de los mas "débiles". Por ser de la Iglesia ¿es tener menos derecho a defender una postura a favor de la vida?. Si los cristianos no denunciáramos la gran lacra de este siglo XXI, y que es la muerte silenciosa de tantos no-nacidos ,¡que mundo estaríamos construyendo!

Me sigue extrañando que las mujeres justifiquen el aborto diciendo que es un derecho y que con su cuerpo pueden hacer lo que quieran. ¡Pues no! porque el cuerpo no es para hacer lo que me de la gana. El aborto no puede ser nunca considerado propiedad intelectual de nadie. Los ignorantes intentan justificarlos diciendo que pueden hacer lo que quieran con la "cosa" que ha comenzado a vivir.

Me repatea que digan que se puede acabar con un ser humano porque no quería quedarme embarazada y claro para evitarlo la solución "mas fácil", lo elimino y ya está. En este tipo de cosas hay tal contaminación que todo se mezcla, y ¿que pasa con los padres? ¿es que no les corresponde a ellos compartir la decisión? 

Esta científicamente demostrado que "la cosa" es vida humana y de la buena, aunque a veces necesite pasar por un taller de reparación. Cada ser humano es irrepetible. Hoy, les decía a unas que eran unas ignorantes porque solo repetían lo que el movimiento feminista dice continuamente: que la liberación de la mujer pasa por que ella deje de ser madre y si lo es que sea ejercida de cualquier manera.